Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1722
Legislatura: 1902-1903 (Cortes de 1901 a 1903)
Sesión: 5 de noviembre de 1902
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 46, 1193
Tema: Respuesta de Sagasta al Sr. Nocedal y al Sr. Canalejas en temas relacionados con la política, la sociedad y la religión

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta):Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Claro es que no puedo dirigir la palabra al Congreso sin antes decir alguna de gratitud al Sr. Nocedal por los verdaderos piropos que se ha servido dirigirme esta tarde. Se los agradezco de todas veras, sobre todo en aquella parte que se refiere a mi salud, pero yo no quiero dirigir a S. S. piropos iguales para que no se crea que es correspondencia a los suyos y me contentaré con hacerle justicia diciéndole que es un político verdaderamente franco, que expone sus ideas y sus pensamientos con una sinceridad perfecta.

Ya habrán comprometido los Sres. Diputados cuáles son los propósitos que trae el Sr. Nocedal al Congreso, cuál es el pensamiento que le domina y a qué fin tienden los discursos que aquí pronuncia: no a interesarse por el bien del país, no a interesarse por estas o las otras reformas, no; sino a poner enfrente al Sr. Canalejas y al Sr. Moret, y a sembrar la cizaña dentro del partido liberal para destruirle si pudiera. (Aprobación.)

Esta bien, Sr. Nocedal; por lo menos, ya que S. S. tiene esta política, que yo ahora ni aplaudo ni censuro, está bien, repito, que lo diga con franqueza, para que todos sepamos a qué atenernos. (El Sr. Nocedal: ¿No lo sabía S. S. hasta que yo se lo he dicho?) Me lo presumí, pero era necesario que S. S. lo dijera para quedar convencidos de ello porque no se puede venir aquí como representante del país a matar los partidos que pueden ser mañana columnas del organismo político, que aquí, como en todas partes, sirve para gobernar. Pero, en fin, ya que S. S. tiene ese pensamiento y esa política, sépanlo los liberales, para que no le sigan en ese camino, porque lo que es yo, por mi parte, no pienso ayudarle a S. S., ni creo tampoco que haya liberal alguno que quiera la dicha del mismo partido que se interese por el porvenir del partido liberal, que es, después de todo, el porvenir del país, que siga a S. S. en sus tendencias y en sus propósitos, ayudándole en esa política destructora del partido liberal.

Y no sólo del partido liberal, sino del partido conservador, que también se apellida liberal, y aún de todos los demás partidos porque lo que S. S. pretende es la destrucción de todos los partidos. ¿No es verdad? (El Sr. Nocedal: No, iría bastante acompañado, incluso con muchos de los que ahora forman los actuales partidos.) ¡Ah, no lo creo! (El Sr. Nocedal: ¿Quiere S. S. someterme a la prueba? Déjeme ahí.) Si estas cosas pudieran someterse a prueba, declaro a S. S. que ahora mismo le dejaba el puesto, en la seguridad de que S. S. habría de calentar poco este asiento. (Risas) Pero, está bien: ya sabemos los propósitos de S. S. Bueno es prepararse para que no se realicen, y yo espero, como ante he dicho, que no hay liberal alguno que le ayude a S. S. en semejante camino, puesto que sería un camino de perdición para el partido liberal, para el partido conservador y aún para los otros partidos que tratan de formarse. Para el partido liberal y para el partido conservador porque S. S. va a la destrucción de todo organismo político. ¡Ya lo creo! Lo que quiere S. S. es la destrucción del sistema que nos rige, la destrucción del sistema parlamentario y del régimen bajo el cual vivimos, debemos estar muy prevenidos contra S. S. y no hacer caso absolutamente de sus consejos, sino hacer precisamente lo contrario de lo que S. S. aconseja.

Pero vamos al descubrimiento que ha hecho S. S. de que yo he venido a aminorar la importancia del viaje regio. No, he venido a aminorar las cosas pequeñas, con las cuales se quieren enturbiar las aguas claras del viaje regio. A eso he venido aquí; a que no se tomen por lo serio las cosas pequeñas, las cosas accidentales, que verdaderamente no tienen importancia ninguna y a que no se deje de tener en cuenta aquello que verdaderamente no tienen importancia ninguna, y a que no se deje de tener en cuenta aquello que verdaderamente es trascendental, lo que queda como esperanza halagüeña para lo porvenir. A eso he venido yo, y ahora añadiré a S. S. que si ha habido faltas, lejos de pesarme que se hayan cometido, me alegro (Rumores); porque, dado el espíritu que trata de destruirlo todo, y dadas, y en esto no me refiero a S. s:, las malas pasiones que en la política fermentan? (El Sr. Nocedal: Las mías no son personales.) Ya he dicho que no me refería a S. S. (El Sr. Nocedal: Bueno, por si acaso.) Me refiero a otras pasiones que S. S. conoce y que conocemos todos, y de las cuales no necesito hablar porque están en la conciencia de todos y no hay necesidad de seguir por ese camino, pero como hay que prevenirse contra eso, si el Gobierno hubiera tomado una parte más directa y más saliente en el viaje del rey, si lo hubiesen hecho todos tan perfectamente que no hubiera nada que reprochar, ¡ah!, es posible que los malévolos hubieran dicho que el rey en el viaje no había obtenido triunfos verdaderos, sino triunfos preparados, dispuestos de antemano por el Gobierno, triunfos amañados. (Muy bien, en la mayoría.)

Pero cuando no resulta eso, lo que se ve claramente es que esas faltas, si se han cometido, abrillantan el viaje del rey, y lo abrillantan porque con ellas, y a pesar de ellas, el triunfo del rey ha sido evidente, palmario, sin que puedan negarlo ni aún aquellos más enemigos de las instituciones que nos rigen (Muy bien); porque ellas demuestran que al rey y sólo al rey son debidos los triunfos obtenidos, que a su carácter abierto y expansivo, su cordialidad, su deseo de encarnar pronto en el corazón de su pueblo, las esperanzas que despierta, las simpatías que inspira, eso, eso y sólo eso es lo que ha producido en unos el entusiasmo, en otros la adhesión y en todos el respeto. (Aplausos en la mayoría.) A eso son debidos los triunfos obtenidos, al rey y sólo al rey, se debe lo triunfal de su viaje y eso es lo que importaba al Gobierno que quedara bien demostrado, como ha quedado. Todo lo demás no le importa al Gobierno, ni sirve absolutamente para nada. (Aplausos en la mayoría.)



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